El cáncer es una de esas enfermedades que nunca soñamos que nos va a suceder y que sólo comprendemos cuando nos toca. Sin embargo, mi experiencia tuvo dos aspectos positivos: Dios me mostró Su gran amor. Gracias a eso, mi perspectiva de la vida y mis prioridades cambiaron. A los 29 años de edad, mi vida era normal y estaba entusiasmada por las puertas que Dios abría para mí. Era fuerte y feliz; una madre dedicada a criar a mi hija y una profesional muy comprometida.
Cuando Me Enteré Que Tenía cáncer
La primera fase de mi travesía con el cáncer de mama comenzó en diciembre del 2012. Sentía que me despojaban de toda mi energía cuando escuché las palabras: «Usted tiene cáncer». Nunca olvidaré la imagen de mi hija de tres años, que me miraba mientras las lágrimas surcaban mis mejillas. Sin embargo, eso me dio la fortaleza que necesitaba para luchar.Al igual que la mayoría de las madres en mi situación, un montón de preguntas se agolparon en mi cabeza.
¿Viviré el tiempo suficiente para ver crecer a mi hija?
¿Asistiré a su graduación, a su casamiento?
¿Quién le dará los consejos de madre que todas las hijas necesitan?
Luego de conversarlo con mis médicos y mi familia, decidí el camino a seguir: someterme a una mastectomía bilateral.
Las Promesas de dios
En la mañana de mi cirugía leí el siguiente versículo: «No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros». (Éxodo 14:13). En ese momento supe que era la respuesta a mis oraciones. Con el corazón inundado de paz, me sentí segura de la victoria.Después de la cirugía, mi médica me aseguró que había eliminado todo el cáncer y que no necesitaba más tratamiento. Yo estaba feliz y agradecida. A partir de ese momento no pensé en la posibilidad de volver a tener cáncer. Desde la perspectiva médica, lo único que tenía que hacer era visitar a mi médica cada seis meses.
The morning of my surgery, I read a verse that said: “Do not be afraid. Stand firm and you will see the deliverance the Lord will bring you today” (Exodus 14:13). At that moment I knew that was the answer to my prayers. With peace in my heart, I was certain of victory.
Entonces ocurrió otra vez
Durante una visita de rutina en septiembre del 2014, la médica me dijo que era un buen momento para que me hiciera una resonancia magnética. No tuve problema con lo que me pedía; después de todo, era sólo otro examen de rutina.Quiero que sepan que no soy el tipo de persona que deja las cosas para otro momento, pero por alguna razón decidí posponer mi examen. Los acontecimientos posteriores hicieron que tardara seis meses en realizar la resonancia magnética.
Cuando por fin recibí los resultados del examen, me di cuenta de que algo estaba mal. La hoja de resultados mostró un área de preocupación que requería una evaluación más profunda. Parecía que la historia volvía a repetirse. Ahí estaba yo otra vez; mi hija me miraba, con todo el dolor que yo había experimentado hacía un par de años. Me reuní con mi médica a la mañana siguiente para elaborar un plan de acción.
Durante las dos semanas siguientes me hicieron una mamografía, dos ecografías, dos biopsias, dos resonancias magnéticas, una tomografía por emisión de positrones y cirugía.
En lo físico y en lo emocional, esta vez el cáncer fue mucho más difícil para mí. Los resultados de mi biopsia no fueron buenos; el cáncer era muy agresivo. Además, no se sabía hasta dónde se extendía. En ese momento comprendí por qué otras personas pierden esta pelea poco después de recibir la triste noticia.
«Dios, permíteme criar a mi hija», oré. «Y que pueda usar mi experiencia en Tu gloria». Al día siguiente, lloré en brazos de mi padre, agotada y sin fuerzas, pidiéndole a Dios otra vez que me diera la oportunidad de vivir. De repente, mi teléfono empezó a sonar. Cuando respondí, era mi médica que me decía que los resultados de mis exámenes eran muy positivos. Mi cáncer, aunque muy agresivo, aún no se había extendido. Fue algo increíble. Me sometí a cirugía y, por segunda vez, se eliminó todo rastro de tejido canceroso.
«Nuestra visión de las cosas es limitada. Nuestras mentes y experiencias son finitas. Pero Dios sabe que el sufrimiento puede ser bueno para nosotros. Él sabe cómo usar la disciplina en nuestro beneficio. De cada pena, cada dolor, cada lágrima derramada, algún día sabrás el porqué y no tendrás ninguna duda de que Dios usa los mejores medios a su disposición para atraer tu atención con un único propósito: acercarte a Su lado, por toda la eternidad. Ese día, agradecerás a Dios por las pruebas que Él permitió que llegaran a tu vida».
– Pastor Kleber de Oliveira Gonçalves
dios Me Salvó Dos veces
En un par de oportunidades después de mi cirugía, mi médica me preguntó por qué había pospuesto la resonancia magnética. Le respondí que no sabía por qué lo había hecho. Mi médica respondió: «Si hubieras hecho el estudio cuando lo solicitamos, es probable que no hubiésemos podido ver la recurrencia del cáncer. Y para cuando tuvieras que volver a repetir la resonancia magnética, habría sido demasiado tarde». La miré y dije: «Fue mi Dios que me estaba cuidando».Mi segunda vez como sobreviviente de cáncer de mama fue más difícil que la primera. Acabo de terminar el tratamiento con quimioterapia y radiación, pero cuando pienso en lo que viví, aprendí que nunca sabemos la fortaleza que tenemos hasta que ser fuertes es nuestra única opción. Entonces nos damos cuenta de que la fuerza no proviene de nosotros, sino de nuestro poderoso Dios.
