[Publicado originalmente en la revista de abril/junio del 2016, Revista del Anciano: recursos y orientaciones para ancianos de iglesia]
La tragedia es un hecho de la vida. El año pasado los atentados terroristas, los incidentes con tiradores activos en escuelas e iglesias y los desastres naturales en todo el mundo se cobraron muchas vidas e hirieron de gravedad a muchas más. Como líderes del ministerio, no podemos protegernos ni proteger a nuestras congregaciones del sufrimiento.
Cristo nos advirtió que llegarían épocas trágicas. También nos prometió que estaría con nosotros siempre (Mateo 28:20). Este conocimiento nos brinda esperanza y consuelo y nos ayuda a sobrellevar la pérdida y el dolor.
La función que comple el liderazgo de la iglesia en medio de la tragedia
Los líderes del ministerio son los puntos de contacto principales para quienes han perdido a un ser querido. Cuando ocurre una tragedia, los líderes de la iglesia brindan apoyo emocional y guía espiritual a las personas que sufren pérdidas. Las muertes trágicas, como el suicidio de una persona joven o las víctimas de un tiroteo masivo, afectan a toda una congregación.Qué puede hacerse
La mayor fortaleza de la iglesia es su capacidad para ofrecer esperanza y consuelo en momentos de dolor. Como líderes espirituales podemos extender la mano a los que sufren y ocuparnos de sus necesidades espirituales. Ore con las personas que han perdido a seres queridos y recuérdeles el amor de Dios en los momentos de sufrimiento. Demuestre compasión y solidaridad a través de su habilidad para saber escuchar. Las personas que han perdido a seres queridos sienten alivio cuando usted las escucha, y sus emociones adquieren validez.Es igualmente importante que los líderes de la iglesia preparen un lugar seguro en el que las personas puedan reunirse para expresar su tristeza. Habilite el espacio de adoración para vigilias de oración. Organice una reunión comunitaria para hablar sobre la tragedia. Crear un espacio seguro para las personas no afectadas directamente ofrece a otros miembros de la iglesia la posibilidad de llorar y encontrar consuelo mutuo.
Otra opción es tener una reunión con la congregación después de un servicio. Los miembros pueden entonces dialogar abiertamente unos con otros y con sus líderes espirituales acerca de sus experiencias, emociones y preocupaciones relacionadas con la situación.
Estos eventos no deben ser estructurados, pero debe designarse a una persona para asegurarse de que todos los miembros tengan oportunidad de ser escuchados. Es importante que todos los participantes entiendan que estas reuniones no equivalen a sesiones de terapia grupal. Limite las conversaciones a temas de la tragedia y a las personas afectadas directamente.
Cuándo pedir apoyo externo
Muchas veces los miembros que han perdido a seres queridos piden a los líderes espirituales y de la iglesia que les brinden servicios de terapia. A menos que el líder esté capacitado en terapia clínica u otra disciplina relacionada con terapia, ofrecer tratamiento psicológico va más allá de su esfera profesional. Quizá sea necesario reunirse con la persona o las personas una o dos veces para determinar si sus necesidades son de naturaleza espiritual o psicológica.Si las necesidades son de naturaleza psicológica, como por ejemplo terapia para el sufrimiento o terapia familiar, derive a la persona a profesionales capacitados. Los líderes del ministerio deberían tener una lista de derivación de terapeutas y trabajadores sociales apropiados en caso de abuso doméstico o infantil, abuso de drogas y alcohol, terapia matrimonial y familiar y terapia individual.
Cuando un incidente afecta a toda una congregación, los líderes pueden conectarse con terapeutas profesionales locales o con agencias de ayuda en nombre de sus miembros. Las iglesias también pueden ayudar a los miembros afectados publicando volantes, folletos o información de contacto de organizaciones de confianza, como por ejemplo Servicios Comunitarios Adventistas, la Cruz Roja Americana, Volunteers of America o Children’s Disaster Services. Estas organizaciones están capacitadas para ofrecer ayuda y terapia de salud mental a las personas que deben sobrellevar desastres a gran escala.
Brinde amor y esperanza
Utilizar ayuda externa no es señal de falta de fe o desconfianza en Dios. Dios sabía que las dificultades de este mundo pecador amenazarían con abrumarnos; por lo tanto, nos recomienda ayudarnos unos a otros a sobrellevar nuestras cargas (Gálatas 6:2). Como cristianos, la ayuda más grande que podemos brindar a las personas que sufren son los dones de amor y esperanza. Amor mutuo y esperanza en un Dios bondadoso que nos cuida, que llora con nosotros y ansía el día en que Él pueda reunirnos en Su regazo para secar nuestras lágrimas.