El agua es vida. El cuerpo humano está compuesto por un 60 % de agua, y más del 70 % de la superficie terrestre está cubierta de agua. Una persona puede aguantar hasta tres semanas sin alimentos, pero no puede sobrevivir más de tres días sin agua. A pesar de la vida y vitalidad que aporta el agua, esta también puede ser mortal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se producen 236 000 muertes por ahogamiento, lo que la convierte en la tercera causa principal de muerte relacionada con lesiones no intencionadas en todo el mundo.[i] Solo en Estados Unidos, 11 personas en promedio mueren ahogadas todos los días.[ii]
Ya se trate de fiestas en la piscina, viajes a la playa o una tarde en canoa, es fácil restar importancia a las actividades acuáticas y no tener en cuenta los riesgos inherentes. Estas actividades quizá sean comunes para las familias, para las personas o para un grupo de amigos; sin embargo, adquieren un nuevo nivel de riesgo cuando están patrocinadas por una organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Mito vs. realidad
En primer lugar, veamos algunos conceptos erróneos comunes sobre el ahogamiento. Solemos pensar que los ahogamientos derivan en muerte, pero la definición médica de ahogamiento es «el proceso por el cual se experimenta una alteración respiratoria como consecuencia de la inmersión en un medio líquido». En promedio, los ahogamientos no mortales en Estados Unidos se producen con una frecuencia dos veces mayor que los ahogamientos mortales, y pueden provocar daño cerebral y discapacidad a largo plazo.Si bien es cierto que aprender a nadar puede reducir el riesgo de ahogamiento en un 88 % para los niños menores de 4 años,[iii] saber nadar no necesariamente evitará los ahogamientos. Los calambres musculares, las corrientes de resaca y la fatiga pueden afectar también a los nadadores fuertes que se sienten a gusto en el agua.
Otro mito, que quizá podamos atribuir a la televisión y a las películas, es que los ahogamientos son acontecimientos ruidosos y dramáticos, en los que la víctima lucha por sobrevivir durante mucho tiempo. En la vida real, una persona puede deslizarse silenciosamente bajo el agua sin que nadie lo advierta. El ahogamiento puede sobrevenir en apenas 20 segundos.
Siempre tenga un socorrista
Los ahogamientos son más probables durante las actividades acuáticas, por ejemplo, natación o navegación, y debe haber socorristas certificados en toda actividad en la que haya personas en el agua, nadando o navegando. La Cruz Roja Americana recomienda consultar siempre los códigos sanitarios estatales y locales para determinar la proporción adecuada entre socorristas y participantes.Otros factores para determinar cuántos socorristas deben estar presentes son:
- los peligros ambientales, como mareas, condiciones del viento, visibilidad del agua, líneas de visión desde tierra y condiciones meteorológicas
- el tipo de espacio acuático (piscina, lago, río, océano, etc.) y el tamaño del espacio acuático
- la experiencia de los socorristas
- el nivel de habilidad de los nadadores
- la presencia de equipos especializados de «juego» acuático (toboganes, trampolines, inflables, etc.)
- el grado de riesgo de la actividad.
La supervisión es imprescindible
La presencia de un socorrista no exime a los adultos y a los patrocinadores de su deber de cuidado. Los adultos deben participar activamente en la supervisión durante las actividades acuáticas. Una supervisión adecuada incluye vigilar a los que están a su cargo en lugar de estar hablando por teléfono, leyendo o conversando. Si hay adultos nadando o participando en la actividad acuática, también deben estar atentos a cualquier signo de peligro entre los que están en el agua.Incluso los eventos que no incluyen actividades acuáticas pueden presentar riesgo de ahogamiento si hay agua cerca. Durante un pícnic de la iglesia junto al lago o un viaje de los Conquistadores a la playa para buscar caracoles, es importante saber siempre dónde se encuentran todos. Considere la posibilidad de que alguien vigile la costa, para asegurarse de que nadie se acerque a la orilla donde podría caerse. Nuevamente, la supervisión es fundamental, y los adultos deben acompañar a los niños en todo momento.
Seguridad en las embarcaciones
Siempre que utilice canoas, kayaks o botes de remos, asegúrese de inspeccionar todo el equipo antes de usarlo. Revise siempre las embarcaciones para verificar si hay grietas o fugas, e inspeccione los remos para asegurarse de que sean resistentes y estén intactos. Todos deben usar siempre un chaleco salvavidas de tamaño adecuado cuando estén sobre una embarcación o en su interior.Los socorristas también deben estar presentes en todas las actividades de navegación. El tamaño de la zona en uso, el número de personas en el agua y su experiencia dictarán la proporción adecuada entre socorristas y navegantes. Debe conocer y respetar siempre las leyes estatales y locales.
Recuerde su entorno cuando planifique la seguridad en las embarcaciones. El canotaje en un río presenta un riesgo mayor comparado con el agua quieta de un lago. Asegúrese de que su grupo no se disperse y de que los participantes no queden aislados. Lleve únicamente navegantes experimentados a los ríos que tengan algo más que rápidos de clase I, y asegúrese de que todos los participantes sepan cómo protegerse si vuelcan en aguas rápidas.
Tenga un plan de emergencia
Por último, es importante tener un plan para hacer frente a un incidente en el agua. Comparta este plan con todos los adultos patrocinadores para que sepan qué hacer. Su plan debe incluir quién debe intentar rescatar a una persona que se ahoga, así como los métodos seguros de rescate en una variedad de situaciones.Por ejemplo, rescatar a alguien en una piscina puede ser relativamente fácil comparado con rescatar a una persona atrapada en una corriente de resaca o a alguien que volcó su canoa en un río con mucha corriente. Lamentablemente, se sabe de muchas personas que se ahogan mientras intentan rescatar a otras.
Una parte de su plan de emergencia en el agua también debería incluir qué hacer si alguien desaparece cerca del agua. Si esto sucede, quizá tenga solo uno o dos minutos para encontrarlo antes de que sea demasiado tarde. En esta situación, es fundamental comunicarse de inmediato con otros patrocinadores para poner en marcha su plan.
En este caso, alguien debe iniciar inmediatamente la búsqueda de la persona desaparecida en la costa. Otros adultos deben encargarse de hacer un rápido recuento de todos los miembros de su grupo para confirmar que la persona esté realmente desaparecida. Asimismo, una persona debe notificar a las autoridades sobre la existencia de una posible víctima de ahogamiento para que pueda iniciarse de inmediato una búsqueda y rescate más exhaustivos.
Nadie desea que una actividad divertida se convierta en peligrosa; por eso la planificación es tan importante para cualquier actividad que se desarrolle cerca del agua. Si su excursión incluye actividades acuáticas, asegúrese de ponerse en contacto con el gestor de riesgos de su conferencia para averiguar si tiene la cobertura de seguro adecuada para este evento.
Referencias
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