El mayor reclamo jamás pagado a través de Adventist Risk Management, Inc. (ARM) corresponde a reclamos de responsabilidad civil generados por una organización de la que no éramos propietarios. Además, esta organización no formaba parte de la estructura denominacional y ni siquiera se mencionaba en el Anuario de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Este reclamo está en desarrollo, y antes de su conclusión podría costar a la iglesia más de 50 millones de dólares.
¿Se avecina una posible pérdida similar en su organización? ¿Qué podría hacer su organización para evitar estos reclamos?Nuestra estructura de responsabilidad puede incluir numerosas situaciones de distintas maneras. Hace poco, en un campo, un grupo de miembros voluntarios iniciaron un ministerio de atención sanitaria rural que se convirtió en un centro de atención para la tercera edad. No tenían licencia estatal para hacerlo, ni tampoco cuidadores calificados. Con el tiempo, el pastor local se incorporó y dirigió las instalaciones. ¿Se imagina el tipo de responsabilidades que esta práctica podría crear para la iglesia?
Otro ejemplo es el de un miembro local que inició un ministerio mediático en el que predica las «verdades auténticas». Esta persona difunde, transmite, realiza pódcast desde el campus de la iglesia, e incluye mensajes que hacen referencia a los males de los católicos apostólicos romanos y degradan la autonomía personal de las mujeres.
¿Son claras las posibles responsabilidades?
En este artículo pretendo crear conciencia sobre las formas en que incorporamos sin necesidad a otras organizaciones o ministerios a nuestra estructura de responsabilidad y corremos riesgos. Analizaré la anatomía de los incidentes de responsabilidad civil ajenos y me enfocaré en tres elementos que hacen que estos reclamos sean previsibles. También cerraré cada elemento con las precauciones que su ministerio puede tomar para evitar que un reclamo por responsabilidad civil ajeno requiera valiosos fondos de su organización.
Un incidente de responsabilidad civil ajeno es previsible cuando están presentes los siguientes elementos:
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Una organización o un ministerio no es responsable o no está controlado por la iglesia local y la conferencia.
Es importante señalar que la Iglesia Adventista del Séptimo Día lleva mucho tiempo en el negocio escolar, y ha desarrollado generaciones de educadores y administradores profesionales que producen excelentes resultados. En América del Norte, ninguna otra empresa evangelizadora produce siquiera una fracción significativa de los bautismos que nuestras escuelas generan.
Sin embargo, esta excelencia tiene un costo. Nuestras escuelas son caras debido a la gestión, supervisión y plantilla profesional que impulsa el ministerio evangelizador y educativo. Por este motivo, muchas personas que tienen ideas educativas revolucionarias intentan implementarlas fuera del sistema de la Iglesia Adventista. Este tipo de ministerio puede ser muy bueno, pero también puede generar mucha responsabilidad.
Muchos tipos de ministerios, incluidos los evangelizadores, mediáticos y sanitarios, tratan de impulsar la obra de Dios fuera de la estructura oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Podemos amar y apoyar estos ministerios. Sin embargo, no podemos gestionarlos ni controlarlos. Estas prohibiciones existen porque no podemos ser responsables de las escuelas autosuficientes u otros ministerios de apoyo.
En consecuencia, los ministerios de apoyo deben operar y ser controlados de acuerdo con su sistema de gobierno y su estructura legal. Deben asumir su propia responsabilidad, y las entidades y los empleados adventistas nunca deben dar la impresión de que la Iglesia Adventista opera o controla un ministerio de apoyo.
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Las organizaciones o el personal de la iglesia organizada se integran al ministerio de apoyo.
Por lo general, ninguno de esos elementos lo pondría a usted en una zona de responsabilidad. Sin embargo, uno de ellos, si se hace en forma visible, podría hacerlo. Por ejemplo, es posible que pedir una ofrenda para un ministerio de apoyo no dé la impresión de que el ministerio es nuestro; sin embargo, si la ofrenda se introduce en el sobre del diezmo junto con el presupuesto de la iglesia, como algo que se espera que la gente entregue todas las semanas o todos los meses, eso puede ser suficiente para que dé la impresión de ser un ministerio de la iglesia. Es importante trazar límites claros entre su ministerio y los ministerios de apoyo en los que pueda participar indirectamente.
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Los ministerios operan sin un liderazgo adecuado.
Con frecuencia, esto es exactamente lo que los ministerios de apoyo evitan al ser independientes de la estructura formal de la iglesia. Pueden operar con una estructura salarial diferente, con requisitos profesionales distintos y bajo políticas diferentes. Pueden operar estos ministerios con personas a las que la denominación quizá no contrataría para esas funciones. No podemos controlar los ministerios de apoyo. Hacen lo que hacen, bajo el liderazgo de quien elijan.
Por estas razones nosotros, los líderes de la iglesia formal, debemos ser claros, interna y externamente, acerca de qué ministerios operamos y cuáles pertenecen a otros y son operados y controlados por otros. Hubo una época en que las conferencias solían operar las instalaciones sanitarias. Hoy en día la práctica es poco común, pero en su apogeo, produjo resultados mixtos para la iglesia. Operar organizaciones diferentes de la misión principal del campo local crea responsabilidades que son difíciles de justificar.
Conclusión
Existe una línea clara que divide los ministerios en dos clases: los que se operan y controlan dentro de la organización de la iglesia y los «ministerios de apoyo», que están fuera de esa organización. Cuando se crean ministerios autosuficientes, podemos animarlos y apoyarlos. Al hacerlo, debemos aclarar que la propiedad, el control y el patrocinio no corresponden a la iglesia, y debemos mantener una distancia adecuada.Quizá deseemos adoptar a esos ministerios. Si lo hacemos, los adoptamos con control para que se gestionen de forma profesional y dentro de la política, con resguardos coherentes con nuestra administración de la iglesia de Dios. Si nosotros, como iglesia organizada, queremos llevar a cabo un ministerio especializado, debemos contratar, capacitar y apoyar a profesionales que puedan dirigir la operación de forma competente.