Nuestra reciente escuela sabática trimestral dedicó 13 semanas a la enseñanza de la mayordomía, centrada principalmente en dar. Me siento agradecido por la oportunidad de dirigir y administrar un ministerio verdaderamente magnífico que sirve a toda la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Adventist Risk Management, Inc. (ARM) existe de una forma u otra desde 1936. No fui yo quien la creó, y he tenido muy poco tiempo para influir en su éxito. Sin embargo, actualmente soy administrador de esta preciosa empresa; es una tarea tremenda y a menudo complicada.
Uno de los primeros ejemplos bíblicos de mayordomía se encuentra en Génesis 2:15: «Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara». Mi mayordomía se centra en nutrir lo bueno que heredé mientras exploro nuevos y mejores servicios para la Iglesia Adventista. Entre los predecesores y sucesores también se encuentran ancianos, diaconisas, pastores, maestros, administradores de conferencias y otros niveles del liderazgo de la iglesia. Desde esta perspectiva, la tarea principal de todo líder de la iglesia es la de mayordomía. Quizás usted también pueda verse en un lugar de mayordomía.
Mientras nuestros ministerios se enfrentan a amenazas nuevas y antiguas, es fundamental comprender lo que significa la mayordomía en el contexto de la gestión de riesgos. En este artículo me gustaría hablar de los tipos de mayordomía, de los desafíos a los que nos enfrentamos en la actualidad y de cómo podemos cuidar y cultivar nuestros ministerios.
Los tipos de mayordomía
¿De qué somos administradores? Somos administradores de activos, que a veces son enormes. El valor total asegurado de las entidades de la División Norteamericana cubiertas por ARM supera los 13 000 millones de dólares. Como administrador, usted es responsable de una porción de ese valor. Mantener estas oficinas, iglesias, escuelas y otros activos del ministerio es una tarea importante por sí sola. Sin embargo, dentro de estas propiedades, edificios y otros activos están los ministerios.
Todos nosotros somos administradores de ministerios: actividades y ejercicios continuos diseñados para engrandecer el reino de Dios y avanzar hacia la resolución de este mundo pecaminoso. La administración de los ministerios puede ser mucho más complicada que la de su propiedad y de su edificio. Esta administración en general requiere colaboración, comunicación, innovación y confianza entre las personas.
Otra categoría de administración es aquella de las personas. Muchos de nosotros tenemos voluntarios o empleados de los que somos responsables. Entre estas responsabilidades están la dirección, el asesoramiento, el apoyo y la motivación.
Por último, como miembros de la iglesia, todos somos administradores unos de otros. Nuestra mayordomía se extiende a todos los demás miembros de la iglesia en la medida en que tengamos influencia o contacto. También se extiende a visitantes, invitados, estudiantes de la Biblia y otras personas que buscan en la Iglesia Adventista o en sus ministerios apoyo, orientación o cualquier otro beneficio.
Protección de las personas vulnerables
En ARM, queremos recordarles a los miembros el inspirado consejo de Pablo en Romanos: «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada. Cada uno de nosotros debe agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo sino que, como está escrito: «Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mí» (Romanos 15:1-3).
En este pasaje, Pablo sugiere que sirvamos en los ministerios que incluyan a las personas vulnerables: aquellas personas que son propensas a recibir enseñanzas y comportamientos inadecuados. Esta vulnerabilidad también se extiende a las personas que no pueden defenderse de otro modo de los agresores y abusadores. Somos mayordomos de todos los miembros de la Iglesia Adventista, así como de las personas desconocidas de nuestras comunidades. Por lo tanto, debemos protegerlos de daños mientras se encuentren bajo nuestra influencia. Aunque no existe la protección perfecta, y las acciones de protección tienen un costo, nuestro objetivo es siempre formar el camino más seguro para nuestra gente.
Conciencia y prevención
Existen por lo menos tantos comportamientos protectores como amenazas para las personas vulnerables. Las mujeres, los niños y las personas marginadas tienen una historia de vulnerabilidad al abuso desde mucho antes del cristianismo o del judaísmo. El abuso de estas personas vulnerables se manifiesta en un sinnúmero de formas. Así que, como administradores, deberíamos tener un sinnúmero de defensas para ellas.
Desde el comienzo, todo administrador cristiano debe ser consciente de las formas que puede adoptar el abuso. Las mujeres son objeto de discriminación, menosprecio, insinuaciones no deseadas y violencia. A las personas marginadas habitualmente se las trata con desdén y antipatía, opresión, persecución, burla y rechazo. A los niños en general se los seduce y expone a una sexualización prematura, al acoso, a la intimidación, a la violencia y a toda forma de falta de respeto.
Todos los administradores debemos asumir seriamente nuestra responsabilidad para con el reino de Dios y nuestra oportunidad de engrandecerlo mediante nuestra mayordomía, destruyendo el poder del enemigo sobre nuestras poblaciones vulnerables.
Como administradores, podemos ayudar a proteger y librar de estos peligros a las personas vulnerables mediante la conciencia, la vigilancia y las intervenciones. En nuestro sitio web puede obtener acceso a materiales de capacitación sobre las mejores prácticas para proteger a las personas vulnerables: adventistrisk.org/en-us/Safety-Resources/Topics/Child-Protection.
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